¡Hola!
Me llamo Deyanira Melo Gallegos y estoy en mi primer año de servicio docente, trabajo en el nivel de preescolar y atiendo el tercer grado en el Jardín de Niños: "Carmen Ramos del Río" en el Tepehuaje Miahuatlán Oaxaca. Mi centro de trabajo es de organización bidocente, les hablaré un poquito de mi ingreso, al principio cuando llegué yo no tenía un salón donde trabajar por lo que los padres de familia optaron por construirme uno de madera, lo cual estuvo muy bien porque así mis alumnos ya tendrían un lugar digno donde recibir sus clases.
La experiencia que quiero compartir con ustedes es de un niño que sin duda alguna se ha robado mi corazón, Se llama Rafael, vive en condiciones muy precarias y muy lejos del jardín de niños, le cuesta varios minutos caminar desde su casa al preescolar, a mi llegada no lo conocí, algunos días después fue y era un niño demasiado inquieto, muy violento y no le gustaba trabajar, conforme el tiempo fue pasando traté de incluirlo en las actividades, halagaba todos sus trabajos y trataba de hacerle muestras de afecto para que el se sintiera querido, en algunas ocasiones no llevaba de almorzar y yo le regalaba tacos, y al ver que era tanto el trayecto de su casa a la escuela a veces me lo he llevado en el taxi para dejarlo lo más cerca de su casa.
Las semanas fueron pasando y su asistencia era más notable, ya se empezaba a incluir en las actividades y de todos los trabajos que hacía me preguntaba "¿maestra así?" a lo que yo respondía ¡órale Rafita, te quedó hermoso! lo cual cada vez lo motivaba más, un día su mamá llego a decirme que por favor le anotara o si podía enseñarle todos los cantos que le he enseñado porque su hijo no dejaba de cantar y que le exigía cantara con él pero ella no se los sabía, me comentó que su hijo era otro niño en la casa, era muy alegre, se entusiasmaba al hacer la tarea y que siempre se levantaba muy temprano porque ya tenía que ir a la escuela, su motivación fue tanta que hasta se llevó a su hermanito para que yo le diera clases lo cual no pudo ser porque el debía ir en otro grado.
Esto de verdad me motivó muchísimo porque me hizo pensar en lo mucho que con poco podemos cambiar la vida de un niño, después de que ese niño no sabía casi nada hoy se sabe las vocales, empieza con el abecedario, conoce números del 1 al 15, se sabe al rededor de 20 cantitos sin exagerar, conoce los colores, y ha aumentado en gran medida su autoestima, definitivamente es otro alumno, es un niño muy pacífico educado con valores, ya no pelea y siempre en vez de responder a la agresión va a decirme si lo molestan. Al día de hoy Rafita es el primero en terminar las actividades, ya escribe su nombre completo y es muy participativo y muy sonriente no tanto cuando llega tarde a clases porque le da mucha pena y se pone triste, eso sí llegando a casa regaña a su mamá (según lo que ella misma me contó un día) es raro el día que Rafita no asiste a clases, ¡seguro está enfermo! pero ahora su mamá ya me llama para avisarme la razón por la cuál no podrá asistir.
Esta experiencia me hace reflexionar sobre mi práctica, me hace pensar que lo que estoy haciendo es de mucha ayuda para alguien y me hace pensar en lo maravilloso que sería poder darle más a esos chiquitines que día a día nos regalan lo más bonito de la vida que es el amor, porque yo siempre he pensado que no hay amor más sincero que el de un niño y lo mínimo que nosotros podemos hacer es colaborar un poquito en mejorar su vida, como bien dicen "Ganate el corazón de un niño y lo tendrás para siempre"
Gracias a Rafita me ha quedado claro que amo mi profesión y que no hay nada que la sonrisa de un niño no solucione. :)